jueves, 23 de abril de 2015

ACTIVIDAD BLOQUE 2


ADAPTACIÓN DEL CUENTO DEL HOMBRE DE LA PIEL DE OSO

 

EL DUENDE DEL PELO VERDE

 

PREMISAS

A la hora de adaptar este cuento literario quisiera partir de las siguientes premisas:

En primer lugar, me gustaría mantener la magia y la emoción, tal y como se indica en las instrucciones de esta segunda actividad de la guía docente. He hecho un cambio en relación a uno de los personajes protagonista y, en lugar del diablo, he decidido poner un duende. La trama de la historia es la misma: el pacto que el duende hace con el niño, pero las condiciones y el premio son diferentes. He intentado repetir adjetivos que sean conocidos para los niños como “triste”, “pobre” y utilizar verbos como “jugar”, “mentir”, insistiendo en la familiaridad y en la cercanía con los más pequeños.

En segundo lugar, quisiera tener presente que la literatura en la etapa de la Educación Infantil es precursora de un lenguaje que resulta desconocido –a priori- por los niños pero que, con el paso del tiempo, va cobrando sentido. Al hilo de esta premisa me gustaría traer a colación, una impresión que tuve cuando llegué a la primera clase del Practicum I de este semestre. En mi primer día, en el aula de niños/as de 3-4 años, la profesora explicó los BITS (fichas didácticas que incluyen alguna temática específica como el arte, la música, los números; se trata de los “bits de inteligencia”, un método creado por Glenn Doman, un médico americano y que consiste en utilizar imágenes a modo de pictogramas que se van presentando a los niños mientras el maestro/a les dice cuál es el nombre que corresponde a cada una de las imágenes…). Era la primera vez que veía cómo se trabajaban en el aula; ese día tocaba el tema de Egipto. Los niños repetían las frases que la profesora les iba indicando como: “las tumbas de los faraones se encuentran en las pirámides… o “el templo de Abu Simbel fue trasladado debido a la construcción de la presa de Asuán”. La verdad es que me impactó escuchar estas frases y lo primero que pensé es que los niños no estaban entendiendo nada. Sin embargo, la maestra me explicó que llevaba varios años pasando estas fichas y que los niños se acordaban de la temática incluso años después y que los propios padres se sorprendían de los argumentos que traían los niños cuando llegaban a casa. Este hecho me hizo reflexionar sobre la importancia de mostrar a los niños imágenes y presentarle vocabulario nuevo que con el paso del tiempo podrá formar parte de su bagaje lingüístico y cultural. Si esta reflexión la llevamos al terreno de la literatura infantil, creo que es importante que en las adaptaciones de los cuentos infantiles, los niños/as se vayan familiarizando con algunas palabras nuevas y sugerentes. Un  ejemplo de ello puede ser la inclusión de términos sinónimos como joven-chico, hogar-casa, pacto-acuerdo, reto-cosa difícil de hacer…

También es importante incluir situaciones que llamen la atención de los más pequeños. Por ejemplo, que el protagonista de la historia sea pobre o que no pueda jugar debido a la promesa realizada son situaciones sorprendentes que harán que los niños/as retengan con más facilidad las vicisitudes que vaya viviendo el joven o la joven que protagoniza el cuento.

 

ADAPTACIÓN

Edad: 4-6 años

Hace mucho tiempo, vivía un joven en una casa muy pobre. Tenía dos hermanos y el joven era el más pequeño de los tres. Se llamaba Arturo. Como era una familia muy muy pobre, Arturo se tuvo que hacer criado y se fue a servir a la corte de un rey. Cuando estaba sirviendo al rey, hizo muchos amigos y muchas amigas y estaba muy contento porque podía comer todo lo que le gustaba. Pero un día el rey se murió y como no tenía hijos se acabó su trabajo en la corte.

Arturo tuvo que volver a su casa, para estar con su familia pero cuando volvió a su hogar, sus hermanos le contaron una noticia muy triste: sus padres habían muerto. Muy triste por la noticia que le habían dado sus hermanos decidió salir a buscar trabajo y, sobre todo, quería encontrar a una maestra que le pudiese enseñar a leer y a escribir. Cuando estaba paseando cerca de la casa donde vivían sus hermanos, se encontró a un niño que tenía el pelo verde y la nariz muy grande; este niño se paró para hablar con Arturo y le empezó a preguntar cómo se llamaba, a qué escuela iba y cuántos años tenía. Arturo le contó todo lo que le había pasado y cuando estaba hablando con el niño, se dio cuenta que le crecían los dedos de las manos. Arturo se asustó mucho y estaba dispuesto a echar a correr, cuando ese niño misterioso le dijo:

-          Tranquilo, Arturo, no te asustes; me llamo Tristán y soy un duende. Hace unos años vivía con mi mamá y con mi hermana, pero ellas se fueron y me dejaron solo. Mi madre era bruja y me enseñó algunos poderes. Uno de ellos es hacer crecer los dedos de las manos y de los pies; también puedo conseguir hacer crecer la nariz de los niños y de las niñas que mienten.

Arturo seguía teniendo miedo y quería escapar de allí, pero el duende Tristán que se dio cuenta del miedo que tenía Arturo, le volvió a hablar:

-          Arturo, como tengo muchos poderes y tú no tienes amigos ni tampoco vas a la escuela, te propongo que hagamos un pacto: Yo te daré todo lo que necesitas, te enseñaré a leer y a escribir, te presentaré a muchos amigos y amigas y tendrás muchos regalos, si me obedeces.

-          Arturo le preguntó: ¿Qué es un pacto?

-          Tristán le explicó: Un pacto es llegar a un acuerdo, es decir, que yo te pueda dar algo y tú lo puedas recibir pero que antes hagas lo que yo te diga.

Arturo asintió con la cabeza pues, aunque no entendía a qué se refería exactamente, el duende le empezaba a parecer simpático. Tristán le explicó que para conseguir todo lo que le había dicho tenía que estar callado durante dos años y que no podía hablar con ninguna persona, ni tampoco sonreír a nadie. Tampoco podría jugar ni comprar ningún juguete. Lo único que podía hacer era comprar comida y ropa y para ello debería señalar lo que quería con los dedos o cogerla con las manos en las tiendas. Tristán le explicó también que él mismo le daría el dinero para que pudiese vivir durante esos dos años pero, en el momento en el que dijese una palabra perdería el pacto y se quedaría sólo para siempre y nunca podría aprender a leer y a escribir.

Arturo se quedó muy contento con este pacto pero como le gustaba mucho hablar, tenía miedo a que se le escapase alguna palabra y que nunca más pudiese aprender a leer y a escribir. Pero Arturo era un niño muy valiente y aceptó el reto. Tristán le dio una bolsa pequeña; en la bolsa había una cartera azul en la que se encontraba todo el dinero que necesitaba para ese viaje de dos años. Arturo se fue contento pensando en todo lo que conseguiría si ganaba el juego.

Arturo empezó a caminar por varias ciudades, pueblos, intentando no ir a ningún lugar donde se pudiese encontrar a sus tíos o a sus abuelos pues como no podía hablar con ellos, no quería que su familia se pusiese triste al pensar que se había quedado mudo. Durante el viaje le pasaron muchas cosas pues una vez se asustó mucho y casi empieza a gritar pero se acordó del pacto que había hecho con Tristán y consiguió quedarse callado. Otro día, se encontró a un niño de tres años que estaba solo, perdido en un bosque; el niño le pidió ayuda para encontrar a sus padres; Arturo se puso triste pues no podía hablar con él y decidió cogerle de la mano y llevarle al bar más cercano y dejarle allí para que le pudiesen ayudar.

Pasó el tiempo y Arturo estaba muy aburrido porque quería jugar con más niños, hablar con ellos, reírse, comprar los juguetes nuevos que iba viendo en los escaparates de las tiendas, pero se acordaba de las palabras del duende y de todo lo que conseguiría si aguantaba un poco más.  Arturo estaba muy cansado de estar solo.

Pero pasaron los dos años y llegó el gran día: Arturo tenía que volver al mismo sitio donde había encontrado al duende por primera vez. Llegó al lugar donde habían quedado pero Tristán no llegaba. Arturo empezó a pensar que el duende le había mentido y que nunca llegaría hasta allí. Pero, finalmente, el duende apareció y le dijo:

-          Arturo, quiero felicitarte. Has hecho muy bien tu trabajo y has cumplido el pacto que hicimos hace dos años. Como no has hablado con nadie, ni tampoco has sonreído ni tampoco has comprado ningún juguete, te voy a regalar esta mochila mágica que deberás llevar siempre contigo. Esta mochila te servirá para llevar tu merienda, tus libros, tus juguetes y todo lo que quieras porque es una mochila con poderes y se puede hacer grande y pequeña siempre que tú lo desees. Además te daré también este monedero que tendrá todas las monedas que tú quieras, siempre que te apetezca comprar algo. Te daré estos poderes pero con una última condición: que nunca mientas a tus hermanos, ni a tus maestros ni a tus amigos pues así podrás siempre ayudarles cuando ellos lo necesiten y si no mientes no te crecerá la nariz y podrás hacer feliz a todas las personas que quieres.

Arturo escuchó las palabras del duende y se quedó muy contento por todo lo que le ofrecía y por darle los poderes mágicos de la mochila y de la cartera. Le prometió que nunca mentiría y que utilizaría sus poderes mágicos para ayudar a los demás.

 

 

FUENTES


Utanda Higueras, Mª C.; Cerrillo Torremocha, P.C.; García Padrino, J. (Coords.) (2005): Literatura infantil y Educación Literaria. Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.